Si el cerebro necesita azúcar para funcionar, ¿por qué tenemos que dejar de comerlo?
Como dijo el escritor y químico italiano Primo Levi en su libro de 1975, El sistema periódico, "el destino del vino es ser bebido, y el de la glucosa, ser oxidada". Así es, no en vano este compuesto orgánico es el principal combustible que provee de energía a las células del organismo. También a las neuronas de nuestro cerebro el cual, al igual que el de todos los mamíferos, necesita un aporte constante de glucosa para funcionar.

Aún así, la OMS recomienda reducir el consumo de azúcar libre (la que se añade, no la que se encuentra de forma natural en algunos alimentos como la fructosa, en las frutas, o la lactosa en la leche) por debajo del 10% de la ingesta calórica total del día, e incluso anima a que este consumo baje del 5%, pues "produciría beneficios adicionales para la salud". Este año también la industria alimentaria se ha introducido en un proceso de reformulación de sus productos para reducir estos azúcares, además de la sal y las grasas saturadas. ¿Por qué si la glucosa es fundamental para el funcionamiento del cerebro no ayuda que comamos azúcar?
Cómo 'come' azúcar el cerebro La glucosa —el término procede del griego y significa algo así como "azúcar de mosto"— es un compuesto orgánico muy común en la naturaleza, una forma de azúcar formado por grandes moléculas que, a través de lo que se denomina oxidación catabólica, se transforma en moléculas más pequeñas y simples, un proceso que libera una importante cantidad de energía que es utilizada para llevar a cabo el conjunto de reacciones químicas y fisicoquímicas que tienen lugar en todas las células vivas del organismo, lo que se conoce como metabolismo.
En concreto, "el cerebro consume 5,6 milig